El temible invierno nórdico avanza y Kristoffer Clausen permanece en el campamento de caza hecho por él mismo en esa naturaleza escandinava donde no faltan las tormentas de nieve, tras las cuales es un buen momento para cazar los urogallos subidos a las copas de los árboles, donde encuentran la seguridad que les niegan los suelos cubiertos por un abundante manto blanco.